¡Shabbat Shalom!

Inside a Synagogue

La Parashá de esta semana (lectura semanal de la Torá) es Ki Tisa (cuando levantas). Es el pasaje en Éxodo 30:11 – 34:35. Como saben, ¡este pasaje de la Escritura será leído en cada sinagoga por todo el mundo!

A continuación, encontrarán un breve comentario de Baruch sobre la lectura de esta semana.

En la porción de la Torá de esta semana, uno aprende sobre la confianza. A veces es difícil confiar en las personas. Tal vez un amigo te defraudó o incluso un cónyuge ha traicionado el amor que le has dado a este. Desafortunadamente, los humanos pueden decepcionarse unos a otros y no demostrar que son dignos de confianza. Sin embargo, HaShém siempre es fiel a su palabra y sus promesas que ciertamente mantendrá. Se dice en la parashá de esta semana, que tres veces al año, había que ir a Jerusalén y guardar las fiestas de Panes sin Levadura, Shavuot y Tabernáculos. Muchas veces escucho a las personas responder a este mandamiento que observarlo sería muy inconveniente. Otros individuos señalan que también sería muy costoso. Por lo menos tres semanas de vacaciones sin paga. Sin mencionar el costo de viajar. Hay otro aspecto que la mayoría de la gente olvida. Dejar tu tierra podría ser muy arriesgado. Imagínense a todas las familias judías salir al mismo tiempo de la misma ciudad y dejar sus hogares sin supervisión. Esto serviría como una invitación para que los enemigos de Israel invadieran y tomaran posesión de la Tierra. En otras palabras, mantener los festivales haría que las ciudades, además de Jerusalén, fueran más vulnerables a los ataques y, en última instancia, a ser conquistadas.

A la luz de este hecho, HaShém promete,

“Porque yo arrojaré a las naciones de tu presencia, y ensancharé tu territorio; y ninguno codiciará tu tierra, cuando subas para presentarte delante de Jehová tu Dios tres veces en el año.” Éxodo 34:24 (RVR 1909)

Este versículo contiene tres promesas separadas para aquel que obedece al Señor y sube a Jerusalén tres veces al año para adorarlo. Estas promesas no eran solo durante el tiempo del festival, sino que se mantendrían durante todo el año. En primer lugar, HaShém promete expulsar אוריש. al enemigo de tu tierra.  La palabra hebrea que se traduce como “desterrar” se refiere a tomar posesión de algo. En otras palabras, Dios promete ser responsable con respecto a la amenaza de nuestros enemigos. Lo que aprendo de esto es que la adoración es una gran forma de aseguranza. 

Todos sabemos que la promesa de darle La Tierra a Israel es mucho más grande de lo que Israel tomó posesión inicialmente.  Aun hoy, la Tierra que comprende la Nación de Israel es mucho más pequeña de lo que HaShém declaró en Génesis 15:18. Es importante notar que no será como resultado de un poderoso ejército israelí que esta promesa será cumplida (¡aunque quiero que Israel tenga un ejército muy poderoso y los creyentes en Yeshua deberían apoyar financieramente a la Fuerza de Defensa de Israel!). Por el contrario, esta promesa será el resultado del pueblo judío comprendiendo las implicaciones del Reino de las fiestas y adorando en el Espíritu y en la Verdad, al Rey de reyes. Finalmente, este versículo habla sobre la verdadera seguridad. 

Es un consuelo saber que HaShém puede proteger a Israel e incluso cambiar los corazones de sus enemigos. Sí HaShém es digno de nuestra adoración. Aunque como creyentes oramos en el Nombre de Yeshua y adoramos en el Espíritu Santo, no nos olvidemos que nuestro Dios es el Dios de Israel. Digo esto porque escucho personas que se refieren a HaShém de una manera muy genérica. Es importante testificar que, como creyentes en Yeshua, adoramos y servimos al Dios de Israel.

Estuve en una reunión hace un tiempo. El objetivo de esta reunión fue discutir y analizar lo que estaba sucediendo en Medio Oriente. Aunque estaba en medio de otros “creyentes”, sentí que había entrado en una sesión informativa de corrección política. Mientras escuchaba la información que se compartía, hubo una clara vacilación para abordar esta amenaza desde su fuente real: el Islam. Todas las otras personas en esta reunión estaban en el Medio Oriente por una razón: compartir el Evangelio con los musulmanes. Pronto descubrí que muchos dentro de este grupo sentían que uno podía seguir siendo musulmán y aun así creer en Yeshua. Esto es por supuesto imposible. Dejando de lado este asunto, cuando llegó el momento de cerrar la reunión con la oración, se preguntó a quién le gustaría hacerlo. Me ofrecí como voluntario y cerré la oración mencionando el Dios de Israel. Después de esta sesión, me dijeron que el término Israel es ofensivo para algunos de los asistentes. 

Triste día cuando el nombre Israel es ofensivo para aquellos que profesan ser creyentes en Aquel que dijo que solo fue enviado a las ovejas perdidas de la Casa de Israel (Mateo 15:24).

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